lunes, 8 de agosto de 2011

Teatro: No me dejes así, como en la vida misma

La obra, dirigida por Enrique Federman, es una creación colectiva con colaboración del dramaturgo Mauricio Kartún. El acierto del guión está en los cambios emocionales que genera, algunas veces con naturalidad y otras con  golpes que impactan en el espectador.

Ficha técnica
Dirección: Enrique Federman. Autoría: César Bordon, Néstor Caniglia, Enrique Federman, Eugenia Guerty, Mauricio Kartun, Claudio Martinez Bel. Idea: Enrique Federman. Actuan: César Bordon, Néstor Caniglia, Dalia Elnecavé, Claudio Martinez Bel.

Cuatro personas se encuentran en una sala  de lo que puede ser un hospital o un velatorio y en medio de una dramática espera florecen conflictos personales, amores, deseos y anécdotas que remiten a un pasado en común. La obra No me dejes así, que se puede ver en Timbre 4, no tiene un argumento cerrado, sino que se sostiene a partir de dos elementos que se yuxtaponen con eficacia: la intriga y el suceso impredecible.  ¿Quién es la víctima de la tragedia? ¿Qué le pasó? ¿A quién se espera del exterior? ¿Quiénes son los personajes?


El guión es una creación colectiva de Eugenia Guerty, Claudio Martínez Bel, Néstor Caniglia, César Bordón, Enrique Federman, que la dirige, y la colaboración autoral del reconocido dramaturgo Mauricio Kartun. Las actuaciones están a cargo de César Bordon, Néstor Caniglia, Dalia Elnecavé y Claudio Martinez Belse, quienes logran emplazarse en cada movimiento. Todos ellos se destacan por su impecable expresión corporal, que aparece con naturalidad tanto en los gestos personales como en las sincronizadas acciones grupales.


Los personajes no tienen nombres propios y sus relaciones no están demasiado claras, ya que lo más profundo de su subjetividad aparece en otro elemento, sus cuerpos. Por esto, no es casual que los tres intérpretes masculinos hayan sido actores de clown, disciplina que también está presente por el uso de objetos que no abandonan al actor (o mejor dicho, que el actor no puede abandonar). 


Martinez Belse  (el del bolso) tiene una relación patológica con este elemento, al que protege como si guardara algo más significante que pañuelos o residuos; Elnecavé (ella) usa su cartera como si la tuviera sólo para sostenerla y tocarla con fuerza; y arruinar la ropa de Caniglia (el del traje) puede ser catastrófico.

Al no delimitar un lugar concreto, la escenografía de sólo tres sillas confirma las dudas y expande el campo para las situaciones absurdas. En No me dejes asi importa lo que pasa, pero no en donde. Como sucede en la vida, la irracionalidad está presente en los más diversos ambitos. 


Los actores se sientan, caminan, se van, vuelven, corren, se tocan, gritan, e intercambian asientos sin parar. De este modo, la trama se convierte en un compulsivo encadenamiento de acciones que no tienen relaciones causales. A falta de explicaciones lógicas, un billete, un hoja de diario, un tapón del baño, un frasco de pastillas o simples pañuelos descartables se convierten en impensables disparadores  de discusiones, gags de comedia,  llantos y hasta picos de violencia. Durante toda la obra el espectador corre sin saber para donde. Sin dudas, el acierto del guión está en los cambios emocionales que genera, algunas veces con naturalidad y otras con golpes que impactan.

Frente a tanta agilidad, un momento de ausencia puede generar mucha tensión y desconcierto, como sucedería con un apagón en medio de una proyección cinematográfica. Una vez más la interpretación queda del otro lado, a cargo del espectador.

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