viernes, 5 de septiembre de 2014

Yo conozco a Cerati

Murió Cerati después 4 años en coma. En algunos de nosotros flotaba la sensación de que esos años podían ser muchos años más, como si el tiempo se hubiera detenido en él o para él.

El final de eso, queríamos creer, sería un lumínico despertar. Algo así como un milagro. Y entonces vendría la fiesta, porque no sería un final sino un nuevo comienzo. Pero no fue así. 

Hoy llegó el día en el que me vi a mí misma yendo al cementerio con una flor en la mano y en el que vi a otros tantos iguales a mí.

Este día entendí que no importaba si la agonía había sido de 4 años, de tres o de un minuto. O si el tiempo había podía precaver a algunas almas atentas. Esta vez el final no fue un nuevo comienzo. El final fue EL final.  

Dirán que habrá un más allá. Yo también lo creo. Pero acá, en nuestra existencia... Acá,  arrojados en este mundo del que poco entendemos, lo que duele es el punto.

Porque al nacer y al morir no les cabe las categorías del tiempo. 
Uno muere y listo. 
Nadie se pregunta cuánto tardamos en hacerlo (¿o acaso alguien puede determinar el instante exacto de un “nacimiento”? Y aún más: si pudiéramos saberlo tampoco importaría demasiado. Es la magia del acto lo que adquiere valor, lo que merece su alegría o su angustia.


La muerte duele aún sabiéndonos mortales.  Y esta vez, como dijo Pergolini, no murió cualquiera. Vivirá en su música, quizás. ¿Es allí donde está su memoria?

Hay cosas para las que no tengo respuestas y aceptar eso me sienta un poco mejor. Es que, como dice, Mauricio Kartun: “No hay lugar más inanimado que las respuestas”. Luego, cita a González Tuñón.

“Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad/ Una calle que nadie conoce ni transita/ Sólo yo voy por ella con mi dolor desnudo/ Solo con el recuerdo de una mujer querida. Está en un puerto. ¿Está en un puerto? Yo he conocido un puerto. /Decir yo he conocido, es decir: Algo ha muerto".

Yo he conocido a Cerati, porque tengo dolor, porque lo vivo así, porque sus letras me duelen ahora
Pero mañana infinitas personas y hasta yo misma, podremos redescubrirlo y volver a decir lo mejor: "¡Yo lo conozco! Yo conozco a Gustavo Cerati".  





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