martes, 24 de febrero de 2015

UN BAÑO DE REALIDAD PARA LOS HOMBRES

¿Algo peor que un chico que, porque lo tratas bien, se cree que querés ser su novia? Ni hablar del amante que te avisa (por las dudas) que él no tiene pensado dejar a su pareja (¡¿what!?). No gracias, que te fume ella que así van bárbaro...  

Chicos, chicos, chiquititos del alma, mis blancas palomitas, cuatro de copas, enanitos verdes... 

Cuando las mujeres nos queremos poner de novias, quédense trancas que se lo avisamos y los invitamos a comer milanesas con puré a la casa para hacernos las copadas.

Mientras tanto sigan con sus ilusiones de que los queremos como novios si tan bien les vienen al ego... Pero calladitos, por favor. Evítennos un ataque de sinceridad que podría traer consecuencias en su autoestima. 

Desde ya, muchas gracias. 
Los queremos. Muáa!

lunes, 23 de febrero de 2015

EL PERRO, EL HOMBRE Y YO

No sé cómo se llaman y queriendo hacer memoria para escribir esta crónica, tampoco recuerdo cuándo me los crucé por primera vez.

Los veo todos los días y a veces son el único saludo que recibo cuando divago por el barrio a la madrugada, en esas largas noches de verano sin sueño.

Lo otro que sé es que rápidamente me tendieron la mano, pero no para ayudarme sino para dejarme ayudarlos. Ese también es un gran gesto de compasión. El hombre y su perro ya no están abandonados. Se tienen el uno y el otro. Y ahora los tengo yo también.

“¿Sabés cómo se cura este perro de la dermatitis?”, me dijo el indigente que duerme en la vereda del frente cuando las luces de la vidriera de ropa masculina se apagan y queda su cuerpo entresombras pero al descubierto, para el que sí quiere ver.  “Con amor”, agregó sin dejarme intentar una respuesta médica.

El perro es negro, bastante grande y corrió mejor suerte cuando el hombre lo sacó de una terraza de la villa, donde lo tenían abandonado de invierno a verano. Ahora, al perro le quedan esas marcas de guerra en su piel, algo solucionable y nada grave, como apuntó el diagnóstico del Instituto Pasteur y de su dueño.

Yo le prometí que le llevaría alimento todas las noches, del bueno, del mejor, así ese pelo mejora con paciencia y fuerza. “¿Ves? Ahora tenés una nueva amiga”, me presentó ante el canino.
Hoy fui a dejarle la comida en el bolso que deja abierto, a su lado, mientras duerme la borrachera. El perro no se mosquea ni para eso.  Hace mucho calor, pero duermen juntos, pegados.  Y los quiero aún más.



jueves, 12 de febrero de 2015

VIAJE ETERNO

Necesito irme de viaje. Lejos. Alto. Rápido pero sin prisa. 
A lo desconocido. A otro idioma. Al encuentro. 
Hacia nueva gente pero sola. Con música, comida abundante y un cuaderno vació para llenar de historias.
Empiezo hoy. Ahora.





viernes, 6 de febrero de 2015

EL QUE ENSEÑA APRENDE

Hoy fue el debut en mi clase de francés. Yo, como siempre, tenía cara de culo. En líneas generales no soy simpática a priori. Me cuestan los encuentros formales donde se dice lo que se tiene que decir: cuestiones de cursada o las típicas presentaciones de cada uno. ¿Qué quería decir yo de mí misma?, pensaba medio negada.  

En realidad no quería decir nada: el ser vivo con el que más interactúo es mi perra Lula Ludovica -que acompaña pero no habla-, y así cualquiera se aburre rápido de su Ser. 

Entonces, mientras otros se explayaron contando los proyectos de doctorados, aspiraciones científicas en el exterior y tradiciones francesas familiares, yo escamoteé: “Vengo acá porque tengo tiempo y ganas”. Cortito y al hilo, simple. No hubo repreguntas, ni risas cómplices. Logré mi objetivo.  

En realidad había una razón más profunda, algo que parece simple, pero no lo es: yo voy a francés porque quiero aprender. Parece una locura, pero los días previos a rendir los exámenes en la UBA me recuerdo poniendo música a todo volumen y bailando de felicidad (al margen, la danza es otra de las disciplinas que estoy aprendiendo -o perfeccionando, mejor dicho- porque en eso voy mejor que en idiomas).

La creación de ideas casi compulsivamente es de las sensaciones más felices que he experimentado en la vida. Aprender es vida.  

Pasó mi escueto turno, siguieron tres alumnos más y finalmente le tocó a Ailin, la profesora. “Ustedes no se desesperen si no me entienden. Cuando yo estudié francés en Francia me mandaron a un curso de sueco. Yo pasé por lo mismo que van a pasar ustedes, y además, me río mucho, no de ustedes, sino de las situaciones que se generan. Ver el esfuerzo que hacen para decir una frase o yo haciendo mímicas… Somos muy ridículos a veces, pero así y todo, no les voy a hablar en español.  Además yo soy paciente y tolerante para enseñar (bueno, espero espero)”.   

Ponerse en el lugar del otro, reírse de sí mismo, tener humor, ser tenaz , paciente y tolerante. Me pregunto cuántos jefes, profesores o gerentes de compañías han pensado en esto alguna vez. Porque si lo que buscan es el éxito, acá está la ecuación perfecta para cualquier aprendizaje.


Como si fuera un apunte más, anoté sus palabras en el margen del cuaderno, ese espacio de asteriscos clásicamente destinado a la asociación libre cuando la mente divaga. 


Sus palabras hicieron eco en mí. Y las vuelvo a re-escribir. Además, ahora, con una sonrisa.