sábado, 30 de mayo de 2015

El gran gesto de amor


A menudo llego y encuentro a Lula Ludovica metida abajo de las sábanas, posterior a desarmar toda la cama. Yo le pido que se vaya y ella lo hace, y luego espera sentada en el piso.  
Acomodo todo y le traigo su frazada. Hago caso a su pedido y le digo que ya está. Entonces ella se acuesta en el mismo lugar, le tapo el cuerpo y por último, mete el hocico adentro.

Escuche dos veces sobre esto. 
Una de ellas, hace como diez años atrás, de boca de una maestra del jardín. Contaba que en las siestas, les tapaba la nariz con las sábanas a los niños para que duerman más relajados. 
Otra vez, creo que vino de la mano de una psicóloga: decía que cuando uno está triste tiene que acobijarse, sentir el peso de la colcha en el cuerpo. Que en ese gesto hay algo lo maternal, de la protección.  

Arropar a alguien, creo yo, es un hermoso gesto de amor. 










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